Desde hace más de veinte años, el Museo ofrece visitas guiadas coincidiendo con la temporada turística de Salina, de mayo a octubre, con un horario diario fijo pero también con reserva. Es atendido por unos 400 visitantes al año.
Cada museo es un lugar de recuerdo, pero el lugar de la emigración lo es quizás aún más. Ofrece la oportunidad de recordar cómo fuimos, reflexionar sobre el pasado y también comprender las migraciones del presente. En Malfa, en la isla de Salina, se fundó en 1999 el Museo Eólico de la Emigración. Anteriormente ubicado en el Palazzo Marchetti del siglo XIX, desde 2010 se encuentra en Via Fontana, detrás de la iglesia de San Lorenzo. Se caracteriza por un recorrido narrativo capaz de leer la experiencia migratoria con un antes y un después respecto al acontecimiento de partida. Cuenta el viaje de la vida, ese que te lleva a salir de la zona de confort de los lazos familiares en busca de dignidad para escapar de la pobreza. Despedidas, esperanzas, sufrimientos, alegrías, nostalgias, integración, derrotas, éxitos, redención. El museo describe todas estas emociones de la vida recordando la emigración transoceánica de los eolios que, entre los siglos XIX y XX, abandonaron dramáticamente el archipiélago para buscar fortuna en Australia, Argentina, Brasil, Estados Unidos y Canadá. Estos fueron los grandes objetivos a los que se dirigieron los eolios tras el desastre de la filoxera, pero siempre con la imagen de su isla en el corazón. El final del siglo XIX es un período histórico muy importante para las grandes oleadas migratorias. La gente se fue por diversos motivos, zarparon hacia tierras lejanas y extranjeras, arriesgándolo todo en busca de un lugar bajo el sol. El Museo Eólico de la Emigración, uno de los primeros en Italia, nació gracias al C.I.R.C.E. (Centro Internacional de Investigación de Historia y Cultura Eolia) y a la intensa actividad del profesor Marcello Saija, numerosos profesores universitarios, investigadores de diversas universidades nacionales e internacionales, asociaciones, organismos e instituciones. El C.I.R.C.E. gestiona el Museo con el objetivo de sacar a la luz la memoria histórica de los compatriotas en el extranjero, apoyando todas las formas de intercambio cultural a través del museo. La puesta en escena sigue un criterio cronológico y permite leer la experiencia migratoria en 360 grados. Exhibe lo que los habitantes de la isla y las comunidades eólicas donaron generosamente sobre la experiencia migratoria.
Una rica colección de objetos y papeles originales, documentos sobre la crisis de la pumicifera, 1132 cartas, documentales, fotografías, ropas amarillentas por el tiempo, maletas, diarios, periódicos, billetes, pasaportes, materiales preciosos sobre la vida de las sociedades eólicas de socorros mutuos en América y Australia, desde 1898 en adelante; noticias y documentos sobre remesas y donaciones para la restauración de iglesias eólicas y para la ejecución de importantes obras públicas y mucho más. Todos estos testimonios representan la memoria de los macizos Cuentan a las generaciones futuras un pedazo importante de la historia de los Eolios en el mundo, una página triste que desgraciadamente todavía hoy se repite con otros rostros, otros nombres, otros niños, otros puertos de partida y otros destinos, pero que habla el mismo idioma, el de la búsqueda de la felicidad. En las Islas Eolias, y en particular en Salina, todo comenzó en 1889, cuando varios viñedos se quedaron sin sarmientos porque fueron golpeados por un pequeño pulgón que destruyó el monocultivo de la vid que había hecho próspera a la isla. Todo barrido, el parásito no había dejado escapatoria, decretando así el fin de aquella economía basada en el mercado de la malvasía. Así nació la necesidad de zarpar hacia el sueño americano con la esperanza de un futuro mejor para sus hijos. Fue una experiencia dolorosa para alguien en la «tierra de los sueños» que fue definido por los estadounidenses como «no descaradamente negro».